En septiembre pasamos unos días en Oporto y Coímbra. Las ventanas de nuestro alojamiento daban a una iglesia revestida de azulejos con el característico azul y blanco. Doblando la esquina, en el vano de lo que debió ser una ventana, había un panel maravilloso. Me paraba todos los días con el convencimiento de que algún día haría un pequeño quilt. Ya está en marcha.
Me gustan las telas. No sé si compro muchas o demasiadas y no me importa que sean de colecciones antiguas.
El único criterio es que sean bonitas, con el tiempo todas acaban encontrando el proyecto ideal. Esta primera parte, la de reunir estampados que se quieran entre sí, es especialmente placentera. Como juntar flores para un arreglo floral. Termino la semana con un nuevo comienzo.
Tiempo de preparar un té con pastitas.